Jessica Carmona Gutiérrez
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Jan Steen era un pintor holandés del siglo XVII que destacó por su pintura costumbrista, en la que plasmaba la realidad cotidiana. Muchas de sus obras tienen lugar en la taberna y es que, entre los muchos trabajos que tuvo a lo largo de su vida uno de ellos fue el de tabernero[1]. No nos debe extrañar, por tanto, que Jan Steen se interesara por plasmar algunas de las escenas cotidianas que seguramente habían ocurrido ante sus propios ojos.
Del trabajo de Jan Steen nos hemos interesado por dos obras que comparten un mismo escenario: la taberna, y una misma escena: la violencia surgida por los juegos de naipes. La primera se llama “Discusión por un juego de Cartas” y la acción se desarrolla a las puertas de una taberna. En ella dos hombres sacan sus cuchillos y espadas tras una discusión durante el juego, probablemente porque el jugador de la derecha (ayudado por un compinche que se sitúa junto a él) hubiera hecho trampas. La segunda muestra una escena muy parecida, esta vez dentro de la taberna pero con una peculiaridad, uno de los implicados sostiene una jarra, probablemente de vino, que muestra la implicación del alcohol en la contienda. Ambas obras tienen un sentido moralizante, pues a través de ellas muestran los males de los juegos de azar.
Las tabernas eran el espacio de sociabilización por excelencia. Tras las largas jornadas de trabajo los vecinos acudían a ellas como lugar de encuentro y allí se enteraban de los sucesos cotidianos y entraban en contacto con personas de otros lugares[2]. Pero además, eran espacios marcadamente masculinos y así se puede observar en las dos obras. El consumo de alcohol era normal y ello podía conducir a riñas y peleas. De la misma manera los juegos de azar podían dar lugar a enfrentamientos entre los participantes. Robert Muchembled decía de ellas que eran escuelas del crimen[3].
En una sociedad como la moderna, en la que hacía falta muy poco (unas simples palabras) para que dos personas acabaran enfrentándose, es fácil de entender que escenas como las que muestran estas dos obras fueran bastante comunes. Y es que, aunque el juego era considerado como un mal menor, se condenaba como fuente de otros males mayores, ya que podía dar lugar a situaciones conflictivas. Muchas de estas venían dadas por las apuestas, que sin lugar a dudas arruinarían a muchos. Pero también se creía que al abrigo del juego se desarrollaban numerosos vicios. Se creía que los jugadores eran propensos a blasfemar (sobre todo cuando se quedaban sin dinero) y capaces de hurtar para obtener no sólo dinero para jugar sino sustento. Además, las riñas entre jugadores podían terminar con lesiones o, incluso, la muerte de alguno de los implicados (vemos cómo en las obras de Jan Steen asoman armas) y por ello se le consideró un elemento perturbador de la paz social.
Por todo ello, en Castilla, Juan I en 1387 y los Reyes Católicos en 1476 prohibieron los dados y naipes y a la altura del siglo XVIII algunas de estas prohibiciones seguirían presentes. En el caso de los naipes la legislación indicaba:
«Prohíbo, que las personas estantes en estos Reynos, de cualquier calidad y condición que sean, jueguen, tengan o permitan en sus casas los juegos de banca o faraón, baceta, cartera, banca fallida, sacante, parar, treinta y quarenta, cacho, flor, quince, treinta y una envidada, ni otros qualesquiera de naypes que sean de suerte y azar, o que se jueguen de envite, aunque sean de otra clase (…)». Novísima Recopilación, Tomo V, Libro X, Título XXIII, Ley XV.
Junto a los naipes, en ambas obras aparecen, tirados en el suelo, dos tableros de Backgammon con sus fichas. Se trataba de un juego muy popular en el que también se realizaban apuestas y, por ello, es probable que produjera los mismos desórdenes que los naipes. En Castilla se conocía como tablas reales o chaquetes. En tiempo de los Reyes Católicos se prohibieron los juegos de tablero y sabemos que en el XVIII este juego sí estuvo permitido en establecimientos específicos.
«Prohíbo absolutamente toda especie de juego, aunque no sea prohibido, en las tabernas, figones, hosterías, mesones, botillerías, cafés y en otra qualquiera casa pública, y solo permito los de damas, alxedrez, tablas reales y chaquetes en las casas de trucos o billar». Novísima Recopilación, Tomo V, Libro XII, Título XXIII, Ley, XV.
No es extraño por tanto, que en las obras de Jan Steen aparezcan los naipes y el blackgmmon, pues ambos producían los mismos males: una violencia cotidiana en la que la apuesta y el alcohol tuvieron un importante papel.
Esta entrada forma parte del segundo aniversario de Studia Humanitatis. Aquí tenéis la lista de todas las entradas del monográfico:
- Presentación: La Historia y las Artes, por Alberto Reche
- El Séptimo Sello, ¿la película ante la que los historiadores pueden relajarse y gozar?, por Carlos Lixó
- Tabernas y naipes: violencia cotidiana en la obra de Jan Steen, por Jessica Carmona Gutiérrez
- La Cena de Emaús. Francisco de Zurbarán, por Ester Prieto
- El románico: más que simple piedra, por Cristina Párbole
[1] GÓMEZ NARANJO, Juan A., “La escuela del siglo XVI según la pintura de Jan Steen”, Anales de Historia del Arte, Vol. Extraordinario, 2011, p. 242.
[2] BERNAL SERNA, Luis M., “Los espacios de la violencia. Tabernas y fiestas en Vizcaya (1560-1808)”, Vasconia, 33, 2003, p. 410.
[3] MUCHEMBLED, Robert, Una historia de la violencia: de la Edad Media a la actualidad, Barcelona, Paidós, 2010, p. 85.
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