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Nuestra visión del pasado acostumbra a formarse a partir de tópicos e imágenes preconcebidas. En el caso de la Edad Media, a diferencia de otros momentos de la Historia (como el mundo grecorromano o el Renacimiento) estos tópicos acostumbran a adoptar la forma de prejuicios negativos. No por nada los diez siglos que van de la caída del Imperio Romano de Occidente hasta la caída del Imperio Romano de Oriente son vistos, en su mayor parte, como una época oscura donde toda idea de progreso, felicidad o mejora vital parece imposible.
Buena parte de estas imágenes negativas surgieron entre los intelectuales de épocas posteriores, que veían en la Edad Media y en su oscuridad, bien la explicación de los males de su propia época, bien el mundo contra el que se debía luchar. Así, por ejemplo, durante el Renacimiento se puso en circulación la idea de que se estaba volviendo a sacar a la luz el pasado clásico, desmenuzado durante los siglos medievales, y durante el siglo XVIII se multiplicaron las críticas sobre las «costumbres medievales» de la nobleza del Antiguo Régimen, en un intento de vincular el pensamiento burgués con la modernidad y con la ruptura respecto a las prácticas sociales injustas de los estamentos privilegiados.
En resumen, muchas de las cosas que creemos saber, a nivel general, sobre la Edad Media son tópicos históricos que poco tienen que ver con la realidad de aquellos siglos. Veamos, por ejemplo, una lista de diez tópicos sobre los siglos medievales que están todavía más que presentes:
1. La desaparición de la cultura clásica: La Italia del Renacimiento hizo de la recuperación de la cultura clásica su seña de identidad. Con todo, lo cierto es que durante la Edad Media hubo otros muchos momentos (el mundo carolingio, el renacimiento otónida, el surgimiento de las universidades en el siglo XII…) en los que la cultura clásica se volvió a situar en el centro de la vida intelectual europea. De hecho, sin la transmisión medieval de los textos clásicos, muchos de estos se hubieran perdido.
2. La falta de higiene: La idea de una Edad Media sucia es uno de los tópicos más enraizados incluso hoy en día. En contraste con la idea que tenemos del mundo romano y sus termas (que no eran, por otro lado, precisamente un ejemplo de salubridad) parece que todo es suciedad en la Edad Media.
3. Una sociedad cerrada: La visión que mucha gente tiene sobre la Edad Media es la de una sociedad inmóvil y estancada, donde los campesinos están ligados a la tierra y no se mueven más que algunos kilómetros de su terruño. Lo cierto es que los viajes de todo tipo estaban a la orden del día, ya fuera en la forma de peregrinajes, mudanzas familiares a las ciudades, circulación de libros, costumbres e ideas, expediciones militares o a través del comercio. Cuanto más miramos a la Europa medieval, más movimiento encontramos y más circulación y contactos entre territorios somos capaces de ver.
4. La violencia señorial: Los pensadores contrarios al Antiguo Régimen, la novela histórica y el cine nos han enseñado que los nobles medievales eran violentos y malvados y hacían la vida imposible a sus campesinos. En Cataluña, por ejemplo, los mals usos o la Pau i Treva se han convertido en iconos de la creencia en la existencia de una violencia generalizada. En cambio, cuando miramos la documentación medieval catalana, por seguir el ejemplo, encontramos una sociedad profundamente judicializada y legalista en la que, pese a haber episodios de violencia, estamos muy lejos de una violencia señorial generalizada contra los campesinos.
5. Las mazmorras: Vinculada al tópico anterior, la imaginación romántica hizo de las habitaciones subterráneas de los castillos, que normalmente eran depósitos de grano y de otros alimentos, unas lúgubres y tenebrosas prisiones. No se duda de que en algunos momentos pudieran usarse para eso pero, puestos a encerrar a alguien, se prefería hacerlo en las torres.
6. La Tierra era plana: Un ejemplo de la supuesta ignorancia medieval es que creían que la Tierra era plana. De nuevo, un tópico. Desde la Antigüedad se sabía que la Tierra era esférica y este conocimiento se mantuvo durante los siglos medievales. Las críticas que se hicieron a Cristóbal Colón por parte de los expertos de la época no vinieron porque creyeran que la Tierra era plana sino por el hecho de que el viaje entre Europa y el extremo Oriente – contando que no sabían que el continente americano existía – era inviable por la gran distancia a recorrer.
7. El cinturón de castidad: La imagen del marido que iba a las Cruzadas y ponía a su mujer un cinturón de castidad es uno de los clichés más extendidos sobre la Edad Media. Con todo, su origen debemos buscarlo en la fantasía novelesca del siglo XIX, que hizo pasar por real un cuentecillo satírico italiano bajomedieval. El único «cinturón de castidad» medieval era, en la forma de una metáfora espiritual, la cuerda que ceñía el hábito de los monjes europeos.
8. El derecho de pernada: La idea de que un señor feudal podía mantener relaciones sexuales con la novia durante la noche de bodas de sus campesinos es otra de esas imágenes de brutalidad y depravación que parecen privativas de la Edad Media. Por desgracia para los guionistas de Braveheart no hay ninguna prueba, por pequeña que sea, de esta práctica.
9. Las mujeres no tenían alma: Es un lugar común denunciar que los clérigos medievales creían que la mujer no tenía alma. Lo cierto, otra vez, es que esto es un error de interpretación de la realidad medieval. Los partidarios de esta afirmación se aferran a un detalle del sínodo eclesiástico de Macon, ocurrido el año 585, en el que se discutió, entre otros temas, una cuestión cuasi filológica: si las mujeres debían ser consideradas «homo». Esto no quería decir que se dudase de que, como los hombres, tuvieran alma. En latín, como en muchas lenguas romances actuales, el término «hombre» servía para designar tanto a hombres como a mujeres. Lo que se debatía era si el término se debía utiliza solo para el género masculino o como vocablo colectivo que incluyese también al género femenino.
10. La Inquisición medieval y la quema de brujas: La Inquisición medieval no comparte las prácticas que hicieron tristemente famosa a la Inquisición hispánica moderna. De la misma manera, pese a que la brujería femenina y su persecución es otro de los tópicos mas enraizados respeto a la Edad Media, no será hasta finales del siglo XV y, especialmente durante la Edad Moderna, que la creencia sobre las brujas y la necesidad de su persecución general estalle en Europa de manera generalizada.
La creencia sobre las brujas nunca estalló de manera generalizada. Estalló en la Europa germánica. Precisamente la inquisición española fue de las más moderadas en ese aspecto. ¿La Leyenda Negra aún colea?
https://i.imgur.com/FphHWRP.png
Dejando de lado el tema de la brujería, ¿es que acaso la inquisición francesa, o la inglesa, o la Suiza fueron mucho menos fanáticas y brutales?
En todo caso, en la Europa latina, católica, la brujería nunca se terminó de tomar en serio. Fueron los países protestantes, esos que van presumiendo de civismo y tolerancia por el mundo, cuando, como bromeaba un profesor hace muchos años, «hasta hace cuatro días vivían en los árboles y se comían unos a otros», los que sí se cebaron contra enfermas mentales, «frikis» o simplemente mujeres que intentaban aflojar un poco, dentro de lo posible en aquella época la correa que estrangulaba a todo el sexo femenino en toda Europa y vivir un poco a su aire.
Hace no pucho pusieron por TV este documental. Muy interesante y ameno, para variar en la producción audiovisual patria:
https://www.rtve.es/alacarta/videos/la-navaja-de-ockham/navaja-ockham-brujas-aquelarres/5462485/
La inquisición no estuvo demasiado interesada en la brujería. De hecho solamente se conoce su intervención responsable en el caso de Zugarramurdi. A principios del siglo XVII eran las «justicias» locales las que ajusticiaban a las mujeres más desvalidas de su entorno bajo acusación de brujería. La horca era el elemento de castigo y la persecución tuvo gran importancia en Cataluña ya antes de que extendiera por el resto de Europa. Los casos se cuentan por cientos. La quema quedaba para los herejes en la Inquisición moderna y posiblemente Zugarramurdi sea el único caso documentado. En Cataluña, fueron precisamente algunos inquisidores modernos y autoridades eclesiásticas cercanas al poder político los que pusieron fin a la caza de brujas. En un tiempo de ignorancia, miserias y hambruna, al poder y las clases privilegiadas les venía muy bien encontrar una o unas culpables de las calamidades sufridas por la población. Nobles y alcaldes se servían de «saludadores» para identificar a las mujeres más indefensas de sus poblaciones como brujas y ahorcarlas públicamente tras someterlas a un tormento en el que acaban declarándose culpables y señalando a otras mujeres, tan inocentes como ellas, que corrían su misma suerte. Ello apaciguaba los ánimos populares.
En realidad, durante la Edad Media nunca hubo una persecución o ejecución de un brujo, al menos hasta el siglo XV, donde se ejecutó a Juana de Arco por brujería en Inglaterra.
A pesar de que el libro «Maleficus Malleficarum» se publicó en 1487, la caza de brujas empezó casi 80 a 100 años después, ya que la Iglesia católica había declarado el libro como falso. Además, la caza de brujas solo se dió en los países protestantes, cuyas víctimas fueron sólo mujeres, y rondaron alrededor de 60,000. En cambio, en los países católicos solo se dieron 99 víctimas por brujería: 4 en Portugal, 36 en Italia y 59 en España; los verdugos de esos «brujos» fueron ejecutados por asesinato.
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