Hace poco más de un siglo, sucedió un hecho la mar de curioso, pero muy significativo de cómo funcionan los rumores y la psicosis colectiva en la Historia. Resulta que entre agosto y septiembre de 1914, en el inicio de eso que más tarde se daría a llamar Primera Guerra Mundial, una extraña historia recorría todo el Reino Unido: casi un cuarto de millón de soldados rusos se encontraba recorriendo el país para atacar, de improviso, a los alemanes en Bélgica.
Imaginad por un momento la situación: acaba de estallar la guerra en Europa y los nervios están a flor de piel. Las noticias se convierten rápidamente en rumores y lo increíble resulta ser sólo una variante un poco subida de tono de lo cotidiano. Y en Inglaterra, donde siempre ha existido una fobia patológica a las invasiones, el rumor de los 250.000 soldados rusos que cruzaban el país de incógnito era mucho más de lo que las buenas gentes de Albión podían soportar. Aquí y allá, por todas partes, el rumor iba ganando en detalles. En ese tipo de detalles que dan la credibilidad adecuada a un suceso que, sin ellos, sería ciertamente estrambótico. Continue reading