[Accede á versión en galego aquí]
Las primeras palabras que leí en este blog, al que llegué por interés medievalista, no fueron tomadas de la obra clave de algún historiador canónico ni de las declaraciones de un teólogo milenarista, sino de mi compatriota Álvaro Cunqueiro, escritor fundamental en la Galicia del siglo XX y destacado en el panorama literario internacional. No voy a decir que haya quedado sorprendido con la ágil utilización de la literatura desde la historia, no es nada nuevo: las humanidades se alimentan las unas de las otras para enriquecer el saber y la producción historiográfica se sostiene ineludiblemente en las palabras que le dan forma. Pero sí me quedé satisfecho. De alguna manera el giro lingüístico en los años ochenta supuso, consciente o inconscientemente, con sus aciertos y sus errores, con sus excesos y sus carencias, un acto de reafirmación en este sentido y una muestra de autoestima de los historiadores como creadores del lenguaje, como creadores de discursos. Las novelas históricas o la fantasía medieval muestran desde el otro lado que a la creación le gusta a su vez beber de la historia.
Fue también vía Cunqueiro como tuve conocimiento por primera vez de la batalla de Hastings, de tal forma que en el momento de cursar Historia Medieval II ya tenía muy marcada en mi calendario personal la fecha de 1066. El enfrentamiento entre los aspirantes al reino de Inglaterra, el recién coronado Harold Godwinson y el duque normando Guillermo, acabaría con la victoria de este último, desde aquel momento apodado El Conquistador, y fijaría a Harold como el último monarca sajón de los anales de las Islas Británicas. Continue reading