Todo el mundo alguna vez ha oído hablar de la montaña de Montserrat por su accidentada y particular orografía, por el monasterio que reside en su falda o por la virgen negra que aguarda en la vitrina ante los fieles. Incluso de oídas, su historia está llena de interrogantes en el relato oficial o en el mismísimo folklore. Alguna vez oímos que un individuo con un tambor en mano, espantó a los franceses durante la Guerra del Francés; que Guillermo von Humbolt, en una inspiración romántica, visitó y se enamoró de la espiritualidad de la montaña para que después su amigo Goethe, tras leer sus notas dijera aquellas dulces palabras: “el ser humano solo puede encontrar paz y felicidad en su propio Montserrat”; o que Richard Wagner situara en su Parcival la montaña de Montserrat como el lugar del Grial, o qué decir de Heinrich Himmler que junto a oficiales de las SS hicieron una injustificada visita al monasterio de la montaña dejando para la posterioridad todo tipo hipótesis y conjeturas. De una forma u otra, por el relato que nos brinda el pasado o nuestro entorno, la montaña de Montserrat ha creado un sentimiento difícil de especificar. Solo queda mirar, observar y experimentar la magnificencia de su colosal contorno, para entender que esas mismas emociones calaron a nuestros antepasados como un arquetipo maternal en la forma más simbólica de la naturaleza. Continue reading
Monthly Archives: noviembre 2017
La Capilla Sixtina del arte románico: el Panteón de los Reyes en San Isidoro de León.
La gran mayoría del público que ha visitado la Capilla Sixtina en los Museos Vaticanos no ha podido evitar sobrecogerse ante su magnitud. Es inevitable sentirse pequeño bajo los coloridos techos que Miguel Ángel pintó con sufrimiento. Tengo que reconocer que la primera vez que admiré la obra pensé en Miguel Ángel encaramado a los andamios mientras la pintura le caía en los ojos, dejándole prácticamente ciego. Valoramos el resultado muchas veces sin conocer el esfuerzo y tesón que hay detrás.
Una situación parecida, o si me permitís peor, ocurre cuando lo que tenemos ante nuestros ojos son pinturas románicas. El paso del tiempo ha provocado la desaparición de muchos de los frescos que decoraban las iglesias; hasta el punto de considerar este estilo un arte pobre, sin color y sobrio. A los escasos restos conservados se añade el desconocimiento que tenemos sobre la figura de los pintores en tiempos del románico. Continue reading