Estabais avisados, ¡la cagasteis! – Una aproximación al alero de San Quirce de Burgos

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Cristina Párbole Martín

Historiadora en la Fundación Santa María la Real. Creadora de "La Huella Románica" y difusora de todo lo que guarda este estilo artístico. En mis ratos libres investigo y defiendo los pequeños pueblos.

Resulta llamativo que una de las muestras más curiosas de nuestro románico sea tan hermética, es como si nadie quisiera que el resto más inmundo saliera a la luz y nos pillara a todos con una imagen idílica de la realidad.

Descubrí el alero de la antigua abadía de San Quirce cuando estaba preparando los programas de radio («La Huella Románica», Radio Aguilar) que dedique al románico de la provincia de Burgos. Indagando vi que el templo se encontraba en una propiedad privada y que el acceso resultaba demasiado complicado. Empecé a sentir curiosidad por las diferentes representaciones que aparecían en el alero y es entonces cuando llegó a mis manos el libro de Daniel Rico Camps “Las voces del románico. Arte y epigrafía en San Quirce de Burgos”, un texto en ocasiones difícil de entender pero en el que el autor esboza una teoría más que certera sobre las enigmáticas imágenes.

Iglesia de San Quirce. Fuente: Pueblos de España.

La leyenda habla de que fue el mismo Fernán González el que mandó la construcción de San Quirce para conmemorar el triunfo de su primera batalla. La realidad nos sitúa en el 970 fecha a la que pertenece un documento en el cual aparece citado el abad. Hay constancia de que en el año 1147 es consagrada la iglesia por parte del obispo de Burgos y perdiendo el rango de abadía se convirtió en una colegiata controlada por una serie de canónicos. Siendo estos los momentos de máximo esplendor no será hasta el declive de la colegiata cuando se vuelvan a tener noticias de San Quirce: “La colegiata fue suprimida en 1850, cuando sólo quedaba un canónigo en San Quirce. Éste entregó la iglesia con ropas, alhajas, libros y demás enseres al cura de Santa Eulalia de Los Ausines. Las reliquias de la cabeza de San Quirico y el brazo de Santa Julita fueron trasladadas a la catedral de Burgos”. [1] Sin duda, todo el complejo es uno de los más espectaculares de Castilla y León, pero en esta entrada me centraré en el tejaroz de la puerta situada al oeste.

El alero de San Quirce está formado por once canecillos y diez metopas y es, en mi opinión, uno de los documentos más válidos para acercarnos a la mentalidad medieval. En él se recoge el funesto destino al que está avocada la humanidad tras el pecado original. Como señala Joaquín Yarza “con un lenguaje de formas de una increíble grosería se dice que este mundo, a partir de Adán y Eva, es una basura, poniendo en relación escenas de esta caída con la aparición de diversos pecados en el mundo”. [2] Resulta irónico que el catálogo de improperios se sitúe en la puerta que permitía el acceso de los fieles al templo, el umbral que unía lo inmundo con lo sagrado. El programa es claro, los canecillos nos hablan del mensaje bíblico, mientras que las metopas expresan la vida mundana. Las imágenes de los canecillos se acompañan por palabras en latín, las metopas por una lengua vulgar; como indica Rico Camps “lingua caelestis frente lingua mundi”.

Alero de San Quirce. Fuente; Imagen extraída del foro «Caminando entre románico»

Alero de San Quirce. Fuente; Fundación Santa María la Real.

Si comenzamos por la izquierda nos encontramos: la creación de Adán y Eva, el pecado original, la expulsión del Paraíso, la creación de Abel, la ofrenda de este y la de su hermano Caín, la muerte de Abel a manos de Caín y el castigo de Dios a Caín. Claro ejemplo de que el error de los padres abrió todos los males al mundo y llevó al enfrentamiento de los hijos. El mundo miserable que se nos abre no podría comenzar de manera más expresiva que con la figura de un hombre defecando acompañando de las palabras MALA CAGO. Tras esta imagen se suceden toda a una serie de escenas que remarcan las bajas pasiones del género humano como por ejemplo la lucha entre dos hombres y una pareja en pleno acto carnal.

La historia comienza con un hombre defecando y acaba de la misma manera pero esta vez el MALA CAGO es cambiado por el IO CAGO. En palabras de Daniel Rico Camps “nos hallamos ante uno de los testimonios escritos más tempranos del empleo consciente de formas vulgares con un sentido expresivo, estilístico, artístico en una época y una zona en el que el acceso romance a la escritura se concentró en los registros notarial y foral y en que no hay constancia de que la literatura en lengua vulgar escapase en ningún caso al medio oral”. [3] El “MALA CAGO” se traduce como “cago manzanas” y su presencia no estaría más que mostrando la forma de dar salida al pecado que brotó en el momento en el que Adán hincó su diente en la manzana. El “IO CAGO” (yo cago) es el paso del pecado a todos los hombres, el maloliente final.

IO CAGO. Fuente: Flickr.

Nunca el mundo ha sido tan claro. Buscamos muchas veces realidades externas, sin darnos cuenta que lo certero es lo más sencillo y mundano. Los tiempos cambian pero los temores y miedos del hombre no. En la Edad Media era el terror a caer en el pecado, ahora nuestras pesadillas son otras. El miedo siempre presente rige nuestro devenir, en San Quirce tuvieron el valor de expresarlo de una forma que ahora llamamos grotesca pero que no es más que el reflejo de lo que somos. Siempre pienso que en nuestro intento por encontrar un significado exacto a la iconografía románica aparecerá un hombre del siglo XII y nos dirá “Estabais avisados, ¡la cagasteis!”

[1] http://tierrasdeburgos.blogspot.com.es/2016/12/antiguos-monasterios-burgaleses-la.html

[2] Rico Camps, Daniel., Las voces del románico. Arte y epigrafía en San Quirce de Burgos. Nausícaä, 2008. Pág, 8.

[3] Rico Camps, Daniel., Las voces del románico. Arte y epigrafía en San Quirce de Burgos. Nausícaä, 2008. Pág, 39.


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Cristina Párbole Martín

Historiadora en la Fundación Santa María la Real. Creadora de "La Huella Románica" y difusora de todo lo que guarda este estilo artístico. En mis ratos libres investigo y defiendo los pequeños pueblos.
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