Cristina Párbole Martín
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Poco pensaba el cantero románico cuando talló su capitel que siglos después mentes que se consideraban más avanzadas iban a mutilar su obra. ¿Cómo era posible que un artista románico tallara figuras desnudas en un capitel destinado a decorar el interior de una iglesia?. Quizás uno de los ejemplos más conocidos es el de la iglesia de San Martín de Frómista que fue objeto de una drástica restauración, realizada entre los años 1895 y 1904 por Manuel Aníbal Álvarez, que la convirtió en un edificio nuevo. Es suficiente leer la referencia que hace Gómez Moreno en su obra «El arte románico español» (1934) para experimentar una sensación de “terror artístico”:
“Se desmontó y rehizo desde sus cimientos a excepción de la fachada norte. Es nuevo el hastial de poniente, donde no parece seguro que hubiese puerta. Se renovaron hasta 86 modillones, muchos trozos de cornisa, 11 capiteles, 46 basas y 12 cimacios. En cambio, se suprimieron otros dos contrafuertes en las naves laterales, cuya existencia se acredita por fotografías antiguas y el plano”.[1]
Entre esos capiteles que sé “renovaron” se encontraba el de “La Orestiada”, no nos centraremos en su representación pero si en el hecho de que una de las figuras que aparecían desnudas fue destrozada premeditadamente por un individuo influido “por un medievo idealizado”[2] en un intento de “recristianización de la Edad Media”[3]. No se trata de un caso aislado, tanto las iglesias grandes como las pequeñas situadas en zonas rurales sufrieron la censura propia de una mentalidad diferente y resultado de un rechazo por aquello que no se comprendía.
Desde siempre las imágenes eróticas en el románico han llamado la atención de muchos curiosos, pero no ha sido hasta hace pocos años cuando los estudiosos han empezado a preguntarse que significado tenían esas representaciones en una iglesia. En la descripción que Serrano Fatigati hace en 1898 de estas escenas, se muestra horrorizado y dice que están compuestas de “detalles que no son para ser descritos”[4], una prueba del recelo que se tenía a la visión publica de estas imágenes. Por su parte, Lampérez expone que su función respondería a “el deseo de poner a la vista de las rudas gentes medievales todos los horrores del pecado, no por modo simbólico, poco comprensible para los analfabetos, sino con la realidad a la vista. Para nosotros, cultas gentes del siglo XX, el procedimiento resulta un tanto fuerte; pero no debía de serlo para los hombres del XII”[5]. Lejos queda la idea de que son obra de canteros inexpertos o picarones, como bien dicen Del Olmo y Varas “El arte románico es un escaparate, una exposición religiosa, en un mundo dirigido por la religión. Es en definitiva la forma de explicar teología a quienes no saben leer ni escribir, y todo en los templos tiene un valor simbólico” [6].
Conforme nos acercamos a estas escenas crecen sus interpretaciones: las imágenes eróticas son una representación del pecado, la iconografía sexual buscaba aumentar la población, la temática erótica fue propiciada por las clases altas, las escenas sexuales son un muestrario de lo cotidiano, los motivos eróticos son resultado de influencias paganas, e incluso que respondían a una campaña cristiana contra su enemigo más acérrimo, el musulmán.
Muchas de las interpretaciones anteriores fueron formuladas en una época en la que el sexo todavía era considerado un tabú, y siempre se creaban desde el punto de vista del pensamiento actual. Solo cuando hemos empezado a reflexionar sin los prejuicios de nuestra era y pensando en la época en la que se crearon estas representaciones, se han formulado interpretaciones más validas.
La cuna del erotismo la encontramos en la iglesia de Cervatos (Cantabria) que rompe con las ideas establecidas, nos llenan de interrogantes y nos animan a seguir investigando un tema sobre el que todavía queda mucho por decir.
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[1] Nuño González, Jaime: “Hacia una visión de la iconografía sexual: escenas procaces y figuras obscenas” VV.AA, Poder y Seducción de la Imagen Románica. Aguilar de Campoo, Fundación Santa María la Real, 2005; pp. 193-234.
[2] Nuño González, Jaime: «Hacia una visión de la iconografía sexual: escenas procaces y figuras obscenas» VV.AA, Poder y Seducción de la Imagen Románica. Aguilar de Campoo, Fundación Santa María la Real, 2005; pp. 193-234.
[3] Olmo García, A. del y Varas Verano, B. Románico erótico en Cantabria. Palencia. 1988.
[4] VV.AA: “La Restauración de la Arquitectura Románica en Castilla y León a fines del siglo XIX: el caso de San Martín de Fromista (Palencia). Perfiles del Arte Románico. Fundación Santa María la Real, Aguilar de Campoo, 2002; 83-109.
[5] Prado Vilar, F: “Saevum Facinus: estilo, genealogía y sacrificio en el arte románico español”. Goya 324, (2008): pp. 173-199.
[6] Prado Vilar, F: “Saevum Facinus: estilo, genealogía y sacrificio en el arte románico español”. Goya 324, (2008): pp. 173-199.
Estimada Cristina. Me encantaria hacer este curso, pero como ya estamos en época casí estival, y llega el relajo y el desenfreno( je, je)…no me centraría en los temas. Si acaso lo repetis en Otoño, sí que me apunto pues parece muy interesnate.
Besos
Roberto
Roberto, gracias por tu intéres. No te preocupes el curso tiene matricula abierta, por lo que puedes apuntarte cuando lo consideres oportuno y empezar, sin problemas, cuando pase el verano. Cuando te apuntes empezaran a contabilizarse los días hasta el mes que dura el curso. Un placer 🙂
[…] “Ni contigo ni sin ti”: la iconografía sexual en el románico […]
Saludos desde México, soy apasionada del Románico desde hace un tiempo, hay como un vínculo que se me ha despertado desde mi contacto con él. Estoy estudiando por mi cuenta y ahora he encontrado esta fuente, pronto me inscribiré. Quisiera saber, desde acá ¿cómo les haría llegar el pago de la inscripción al curso de iconografía románica, por ejemplo?
Estimada Romina,
te escribo con calma a tu correo desde info@aulae.es y te explico con calma el proceso de inscripción a los cursos. Muchas gracias por tu pasión y tu interés