Carlos J. Rodríguez Casillas
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La película El Retorno del Rey, como el resto de la trilogía de El Señor de los Anillos, posee una gran carga de elementos que nos retrotraen a la Edad Media, sobre todo en lo que respecta al mundo de la violencia y la guerra: asedios de fortalezas, cargas de caballería o las obligaciones militares, constituyen algunos evidentes ejemplos al respecto.
Precisamente, en uno de los puntos más álgidos de la película sucede un relevante enfrentamiento en el Valle de Udum. Nos referimos a la batalla de Morannon, entre los ejércitos de Sauron y los comandados por Aragorn a las puertas de Mordor.
La escena nos muestra una lucha desigual. Un gran ejército de orcos, trolls y hombres de Harad y Khand salen al encuentro delas huestes de Gondor, Rohan y de los Dúnedain, que se habían dado cita en dicho enclave para distraer al Señor Oscuro. Ante semejante tesitura los hombres del Oeste comienzan a dar muestras de inquietud, cuando no de cierto temor. Es el momento del líder, de ese guerrero carismático que va a insuflar valor a sus hombres, haciéndoles entrar en combate. El momento en el que Aragorn realiza, como ejemplo de valor y de caudillaje, una emotiva arenga ante sus hombres y, posteriormente, se lanza contra el enemigo seguido por sus compañeros de batalla con la consigna: “¡Por Frodo!”.
En verdad, la escena – que no aparece en el libro de J. R. R. Tolkien – no reproduce sino un recurrente cliché bastante utilizado en las superproducciones épicas del cine de Hollywood: una lucha desigual y el surgimiento de un líder que logra arengar y predisponer a los hombres para la batalla. Y es que, este tipo de secuencias están presentes en filmes como Alejandro, Braveheart, El Reino de los Cielos, Troya, 300, e incluso en series como Juego de Tronos.
No obstante, aunque esto pueda parecer un tópico habitual propio del cine bélico, en verdad hubo ciertos acontecimientos históricos que tuvieron un gran parecido con la acción aquí descrita. Quizá uno de los ejemplos más ilustrativos que podemos encontrar al respecto, por su similitud con la anterior escena de El Retorno del Rey, sea la hazaña de Hernán Pérez del Pulgar ocurrida durante el transcurso de la batalla del Cenete.
Situémonos. Nos encontramos en el contexto del cerco de Baza, en plena Guerra de Granada. Un grupo de guerreros, por propia iniciativa, abandonó dicho cerco y marcharon a saquear la tierra de Guadix. La expedición era poco numerosa, aunque estaba capitaneada por ilustres hombres, como era el hijo del duque de Alburquerque, además de algunos guerreros cristianos que comenzaban a destacar por su virtud militar, como era el caso de Hernán Pérez del Pulgar.
En pocas palabras, bien podríamos decir que el desarrollo de la maniobra de saqueo transcurrió con éxito. No obstante, los cristianos cometieron el error de prolongar su presencia en territorio musulmán, debido a la ralentización que sufrió la marcha de la expedición por el abundante botín obtenido. El hecho es que algunas tropas musulmanas pertenecientes a distintas áreas de Guadix salieron en su persecución, dándoles finalmente alcance. Se produjo entonces un duro enfrentamiento en el que los castellanos tuvieron que salir huyendo.
Tras recomponer la hueste en la estrechura de dos montes y, pensando que ya estaban a salvo, a los cristianos les sobrevino otra nueva desgracia. Y es que, algunos de los más belicosos guerreros de la tribu de los Zenetes les dieron caza. La fama que precedía a estos guerreros musulmanes llenó de temor a los cristianos. Hasta tal punto llegó a cundir el pánico que el portaestandarte castellano trató de huir a galope, hecho que terminó de aterrar a los suyos.
Fue entonces cuando Hernán Pérez del Pulgar, con la templanza que denota a todo buen héroe, se dirigió a los cristianos, realizando una arenga con la que animó a sus compañeros. Acto seguido, viendo la actitud cobarde del portaestandarte, Pulgar ató la toca que llevaba a su lanza, lanzándose contra el enemigo mientras se dirigía de la siguiente forma a sus compañeros: ¡Seguidme, compañeros, seguidme; aquí va el pendón de Castilla!.
Los cronistas contemporáneos recogieron al respecto:
«E porque había entre ellos diversas voluntades, el alférez dubdaba de entrar en los Moros con la bandera, según que lo mandaban los capitanes. Vista esta división por un escudero que era de las guardas del rey e de la reina, alcaide de la fortaleza del Salar, que venía en aquella compañía, que se llamaba Hernán Pérez del Pulgar, hombre de buen esfuerzo, tomó una toca de lienzo e atóla en su lanza por vía de enseña (…) volvió su caballo con aquella seña contra los Moros. E todos los caballeros como veyeron aquello, dellos movidos de su voluntad, dellos vencidos de vergüenza, siguieron aquella toca mirándola por bandera, y entraron en los Moros e pelearon con ellos»
(Pérez del Pulgar, Crónica de los Reyes Católicos, Cap. 111.)
Como podemos apreciar, al igual que en el caso de Aragorn en la anterior escena de El Retorno del Rey, la actitud heroica de Pulgar fue clave a la hora de conducir un ejército al combate. De igual manera, tras una desigual lucha las tropas cristianas terminaron venciendo contra todo pronóstico, como sucedió también con el ejército de los hombres del Oeste en el cine.
Quisiera concluir esta entrada diciendo que no sé si la realidad supera a la ficción, pero que en numerosas ocasiones está logra situarse a su misma altura. El caso concreto de Hernán Pérez del Pulgar así lo demuestra. Y vosotros, ¿qué opináis?.
Información Bitacoras.com
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