Resulta llamativo que una de las muestras más curiosas de nuestro románico sea tan hermética, es como si nadie quisiera que el resto más inmundo saliera a la luz y nos pillara a todos con una imagen idílica de la realidad.
Descubrí el alero de la antigua abadía de San Quirce cuando estaba preparando los programas de radio («La Huella Románica», Radio Aguilar) que dedique al románico de la provincia de Burgos. Indagando vi que el templo se encontraba en una propiedad privada y que el acceso resultaba demasiado complicado. Empecé a sentir curiosidad por las diferentes representaciones que aparecían en el alero y es entonces cuando llegó a mis manos el libro de Daniel Rico Camps “Las voces del románico. Arte y epigrafía en San Quirce de Burgos”, un texto en ocasiones difícil de entender pero en el que el autor esboza una teoría más que certera sobre las enigmáticas imágenes.