Tristes tópicos; uno de nuestros temas preferidos en el blog. Y es que parece que pocas cosas en nuestra visión estandarizada de la Edad Media escapan a la buena pátina de cutrez, oscuridad y mal rollo que desde el Renacimiento algunos se han ocupado de verter sobre todo aquello que quedara, cronológicamente, entre el esplendor imperial romano y sus propias posaderas. Y bueno, el revival febril del Romanticismo tampoco es que ayudase… como mucho sirvió para disociar «lo bonito» de «lo real». Claro que existió una Edad Media cuqui pero – decían de pasada los románticos y, aún peor, pontifican hoy los neorrománticos 3.0- en el plano de lo ficticio; la de las haditas, los elfos, los castillos de mármol reluciente y las princesitas de hielo con sus lindas cabelleras, o la de las visiones neocons de la Edad Media fantástica más televisiva. Vamos, que la Edad Media real, la vivida, no le ha importado un pimiento a nadie en los últimos siglos, más allá de a algún iluminado. Y así nos va. Continue reading