Dentro de la iconografía románica son muchos los temas que suscitan dudas como por ejemplo el caso de las sirenas y nereidas. El paso del tiempo ha cambiado sus figuras creando un halo de incertidumbre sobre ellas, solo remontándonos al origen de los tiempos podremos conocerlas mejor.
El primer testimonio que tenemos sobre las sirenas aparece en la Odisea de Homero, cuando Circe le dice a Ulises “primero llegarás a las Sirenas, las que hechizan a todos los hombres que se acercan a ellas. Quien acerca su nave sin saberlo y escucha la voz de las Sirenas ya nunca se verá rodeado de su esposa y tiernos hijos, llenos de alegría porque ha vuelto a casa”[1]. En la mitología griega se las reconoce como seres con cuerpo de pájaro y cabeza de mujer, hijas del dios del río Aqueloo y Calíope, la musa de la elocuencia.