Ceniza en la manga de un viejo es, además de un verso de Eliot, el título de la novela que Cunqueiro escribió y le perdieron, o soñó pero jamás llegó a escribir. Cuando en 1978 anunciaba su inminente publicación al final de una entrevista en el programa A Fondo (podéis verla aquí), decía que “ceniza en la manga de un viejo es todo lo que queda de la vida cuando la vida va a terminar“. Se refería, por supuesto, a ese último patrimonio que son los recuerdos y los sueños, cada vez más difíciles de distinguir a medida que pasan los años.
Por una de esas ironías de la Historia que habría sido muy del agrado del maestro gallego, cuando más de dos milenios antes, y en el otro extremo de Europa, Aristóteles se encontraba precisamente al final de su vida, ya en el exilio, parece haber incluido en una de sus cartas una confesión en la que uno cree reconocer ecos cunqueirianos: “cuanto más solitario y aislado estoy, más me he vuelto un amante de los mitos” (Fr. 668, Rose). En un gesto inesperado de rara intimidad, el filósofo se sacude la manga y arroja ceniza de viejas historias. Continue reading