Me gusta perderme por las librerías de viejo y revolver paradas en encantes y mercados de libros y cachivaches varios; uno nunca sabe lo que se va a encontrar. De hecho, la mayoría de las veces encontrar o no es lo de menos, el momento se disfruta igual. Quizá Kavafis tuviera razón y lo importante del asunto sea paladear el proceso, sin la presión de los objetivos. No lo sé, y nada de eso importa cuando uno se sumerge en la pequeña burbuja de tiempo que se genera entre montañas de libros viejos.
Pero a veces – más frecuentemente de lo que el espacio doméstico permite – se encuentran cosas. Y, también a veces, se topa uno con libros inesperados. Continue reading