¿Era posible escenificar un orgasmo, y más especialmente un orgasmo femenino, en la escena teatral isabelina, a finales del siglo XVI? Si para alguien hubiera sido eso posible, era para Shakespeare, artífice máximo de la interacción entre palabra y dramatización en su tiempo. ¿Es que sus poderes como dramaturgo le permitían llegar incluso a ese extremo? ¿Y era posible que ello sucediese sin llamar demasiado la atención dentro del nuevo contexto religioso inglés, alumbrado por la Reforma? Exploremos un caso concreto: el monólogo en que Julieta espera a Romeo una vez que ha tenido lugar el matrimonio secreto entre ambos. Continue reading