La fascinación por lo desconocido es una de las constantes del ser humano. Allí donde no llega lo cotidiano se forja lo fantástico. Repasar los caminos del imaginario es una de las formas más bellas de aproximarse a la mentalidad de una época, de un grupo social o de un colectivo. Ya sea a través de las pinturas intuidas a media luz en el fondo de una cueva prehistórica, de los mitos antiguos y su pervivencia, de los misterios religiosos, de los miniaturas profusamente coloreadas de un manuscrito medieval o de los horrores cósmicos surgidos de la literatura de terror de principios del siglo XX, lo desconocido se nos presenta como un campo fecundo para la creación y la reflexión.
El mar ha sido siempre uno de los lugares preferidos para colocar lo exótico y lo monstruoso, basta recordar la Odisea para ver que el viaje por mar tenía siempre algo de inquietante, más aún si uno navegaba perdido hacia lo desconocido, donde cíclopes, sirenas y monstruos marinos entraban dentro, no ya de lo posible, sino de lo esperable en cualquier historia que se precie. Continue reading