A unos pocos meses del estallido de la Primera Guerra mundial (en marzo de 1914, para quien tenga dudas), el explorador francés Albert Bonnel de Mézières dio con las ruinas de la ciudad de Koumbi Saleh. Por su ubicación en el Sureste de la actual Mauritania, sus considerables dimensiones y densidad de edificación, los vestigios de sólida presencia musulmana (incluyendo una mezquita) y su particular complejo funerario formado por tumbas columnadas, pronto pareció que Bonnel de Mézières había encontrado la capital del desaparecido reino de Wagadu. (1) Un Estado del África Occidental cuyos dirigentes habrían prosperado en buena medida gracias al control del comercio del oro salido de las minas de Bambouk, y cuyo derrumbe se habría precipitado en la segunda mitad del siglo XI debido a la expansión almorávide. O al menos esto último es lo que se ha venido creyendo durante mucho tiempo. Continue reading